viernes, 3 de abril de 2020

LA EXTRAÑA PAREJA

La vieja Celestina gustaba de recopilar, en una libreta de tapas de hule negro –quién sabe para qué beneficio futuro–, los acomodos amorosos que conseguía amañar. Y más empeño ponía cuanto más disparatada parecía la componenda. Siempre andaba de aquí para allá con sus urdimbres a recoger o entregar encargos. De palacetes a conventos, de caballerizas a tugurios, de luminosos salones a oscuras alamedas. Portaba en el refajo ora una misiva, ora una flor, ora una dádiva, ora una prenda, ora un ungüento que consiguiera atrapar voluntades y permitiera copular a un príncipe con una lavandera, a un palafrenero con una doncella, a un alabardero con una mesonera o a un franciscano con una clarisa. Incluso, si se terciaba, a un pastor alemán con un gran danés; y solo uno de ellos de raza canina.


(Relato mencionado en el concurso del blog Esta Noche Te Cuento. Tema: Coleccionismo).

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