jueves, 30 de septiembre de 2021

NECESARIAS Y SUFICIENTES

Cada tarde, Bonaparte camina hasta una playa apacible de la isla de Santa Elena y medita sobre las causas que le trajeron a esta reclusión forzada después de triunfar en mil batallas y dominar medio mundo. Sigue tratando de entender las razones que impedirán que figure entre los grandes personajes de la Historia. Poco antes de su muerte, descubre sus tres grandes errores: dejar a Josefina meter baza en las últimas tácticas militares, llevar aquel ridículo sombrero con diseño de montaña rusa y, sobre todo, ese jodío vicio de rascarse la tetilla izquierda con la mano derecha por debajo del chaleco.




#HistoriasdelaHistoria
(Relato presentado al concurso de Zenda sobre el tema Historias de la Historia).

lunes, 27 de septiembre de 2021

MUTACIÓN REVERSIBLE

Nació en 1689 con toda normalidad, producto de una fluvial e intensa relación sentimental entre sus progenitores, un macho y una hembra de ornitorrinco común.

En sus primeros meses de vida, nada le diferenciaba de sus hermanos ni de otros individuos de la misma especie, pero fue a partir de cumplir su primer año cuando su cuerpo empezó a experimentar la transformación que derivó en su conversión en lo que hoy conocemos por humano.

El prestigioso científico H. J. Miller, de la Universidad de Standford, desarrolló, muchos años después, una teoría según la cual la causa de esta mutación pudo deberse al hecho de que los padres militaran en un movimiento en favor de una alimentación más sana, alejada del menú tradicional a base de insectos, camarones y cangrejos de río. Ello les llevaría a nutrir al pequeño ornitorrinco con otros platos entre los que predominarían los espaguetis boloñesa, el bacalao al pil pil o el chuletón Villagodio, lo que, sin duda, activaría los cambios en su metabollismo hasta convertirlo, bajo todos los aspectos anatómicos y neuronales, en una persona. No existen, hasta el momento, otros estudios que contradigan las conclusiones de Miller.

Llegados a este punto, y ante la exigencia de empadronarlo en su lugar de residencia, se planteó la necesidad de darle un nombre. Como los padres se inhibían en esta cuestión y cambiaban de conversación cada vez que se abordaba el tema, tuvo que intervenir la Sociedad Protectora de Personas Humanas para, por vía judicial, conseguir su registro con el nombre de Blas de Lezo.

Su infancia transcurrió con la normalidad que cabe suponer en estos casos, si bien, sus orígenes semiacuáticos parece que le inclinaron a sentirse atraído por el mar y labrar su futuro como marino, consiguiendo embarcar en la armada española a los doce años y alcanzando con el paso del tiempo el grado de Almirante.

Fuera porque el rancho en el mar, a base de mucho arenque, mucho molusco y mucho insecto, empezara a parecerse al de sus ancestros, fuera porque ya habrían caducado los efectos de las pastas, el pil pil y las carnes a la brasa, el caso es que nuestro Blas empezó a notar un proceso de reversión lento pero constante. Primero fue la pierna izquierda que se retrajo sobre sí misma hasta desaparecer a la altura de la ingle. Aprovechando que el hecho coincidió con la batalla de Vėlez-Málaga ante la flota inglesa, a Blas no le fue difícil atribuir la pérdida a un cañonazo enemigo. Lo siguiente fue el ojo siniestro, que también se fue diluyendo hasta desaparecer. Lo relacionó con el impacto de una esquirla durante la defensa de la fortaleza de Tolón. Y algo después, fue el brazo derecho el que empezó a dar muestras de iniciar su descomposición. Lo justificó en un supuesto disparo de mosquete. Parecía evidente e irreversible la vuelta a su original condición de ornitorrinco, pero Blas de Lezo no quería que ello empañara su brillante historial militar.

La última vez que se le vio fue navegando por Cartagena de Indias, cerca de la desembocadura del río Magdalena. Aunque se dijo que desapareció por la peste, probablemente fue por la querencia.




#HistoriasdelaHistoria

(Relato presentado al concurso de Zenda con el tema Historias de la Historia).




lunes, 20 de septiembre de 2021

EXTINCIÓN SILENCIOSA

BRAMIDO EN EL CIELO
Después se extinguían silenciosamente, uno tras otro, por el efecto de los gases que se expandieron por la atmósfera tras la caída del meteorito. Al respirar se empezaban a quedar aturdidos, amodorrados, buscaban el acomodo de su enorme cuerpo en el suelo y dejaban de existir sin una queja, sin el menor ruido. Salvo, claro, el que recibió el impacto en un pie.

ZUGARRAMURDI
Después se extinguían silenciosamente todas las pavesas, pero el olor a carne quemada aún perdura.



(Relatos presentados al concurso Relatos en Cadena, de la SER. Frase de inicio obligada: Después se extinguían silenciosamente).


lunes, 13 de septiembre de 2021

DESCANSO DIURNO

BIORRITMOS
Descansaba durante el día porque por la noche tenía que estar atento a los movimientos de las bolsas asiáticas. Hoy le han puesto un sustituto y el Director le ha citado para informarle de su nuevo destino. A Cándido se le ha iluminado la cara pensando en la posibilidad de, por fin, normalizar su jornada y su vida. Cuando sale del despacho ya sabe que, desde el lunes, se ocupará de hacer el seguimiento de las bolsas europeas. Desde Tokio.

ESPÍRITU DE LA CONTRADICCIÓN
Descansaba durante el Día del Trabajo. Solo por llevar la contraria.

BARTOLO
Descansaba durante el día. La noche se la pasaba toda durmiendo.

EMPRESA FAMILIAR
Descansaba durante el día. Lo necesitaba porque por la noche el trabajo resultaba muy agotador y casi inabarcable. No contaba con ayuda y estaba él solo para atender a todo el planeta. La tarea requería actuar con rapidez, diligencia, sigilo y generosidad. Y gran responsabilidad. De ello dependía el prestigio y la confianza de que gozaba la empresa desde hacía varias generaciones. La heredó de su padre y la continuaría su hijo. También ratón y también Pérez.






(Relatos presentados al concurso Relatos en Cadena, de la SER. Frase de inicio obligada: Descansaba durante el día).

lunes, 6 de septiembre de 2021

PRIMEROS COMPASES

AVALANCHA
Los primeros compases de la banda iniciaron las fiestas, los últimos cerraron el funeral multitudinario.


ESTAMPAS BERLANGUIANAS
Los primeros compases de la banda iniciaron las fiestas a ritmo de pasodoble. Durante el pasacalles, la chiquillería correteaba detrás explotando petardos y encendiendo tracas. El alcalde, el párroco, el sargento de la benemérita y la reina de las fiestas abrían el desfile. Las parejas aprovechaban para abrazarse bailando mientras en la taberna el porrón de tinto lubricaba gargantas una tras otra. Sentado en el café de la plaza, mister Marshall empezó a dudar en presentar su plan.


NOTAS CELESTIALES
Los primeros compases de la banda iniciaron las fiestas. En tercera fila, Javito debutaba con uniforme nuevo y su flauta travesera. Entusiasta e ilusionado, sus ojos no se desviaban ni un instante del pentagrama. Un ave incontinente, probablemente un somormujo, dejó caer al tuntún su aleatoria deposición yendo a dar, mira por dónde, a la partitura del joven músico, entre un sol sostenido y una semicorchea. Javito, impasible, la tocó. ¡Vaya si la tocó!



(Relatos presentados al concurso Relatos en Cadena, de la SER. Frase de inicio obligada: Los primeros compases de la banda iniciaron las fiestas).


viernes, 3 de septiembre de 2021

SIN PICADORES

Coso de Laberintia. Cinco de la tarde. De nombre, Cretense. 540 kilos de peso. Negro zaíno en cuello y cabeza, blanco caucásico en torso y cuartos traseros. Cornamenta astifina y hechuras de Pablo Romero. Acabó con el maestro Teseo, «el niño del ovillo», de grana y oro, en menos de lo que tardaba Penélope en despachar a un pretendiente. Cuando descubrió el hilo que había ido dejando el presunto matador, decidió recuperarlo para evitar un uso huidizo por efebos y doncellas que le servían de solaz divertimento. Al empezar a tirar notó cierta tirantez, pero echó de casta y, poco a poco, fue arrastrando hasta su vista a una bella y dulce joven, de nombre Ariadna, que se resistía a soltar la hebra. Discutieron sobre su propiedad y la riña fue subiendo de tono. No hicieron falta picadores ni banderilleros. Él la llamó «lianta», «calientapuyas» y «bomberatorera»; ella lo trató de «sobrero», «mediohombre» y «manso». Se desconoce si llegaron a las manos, pero se sabe que tiempo después Ariadna creó una factoría de tejidos, tapices y bordados muy apreciados en todos los bazares y zocos mediterráneos. Del minotauro nunca más se supo.



(Relato presentado al concurso del blog Esta Noche Te Cuento. Tema: el enfado y la ira).