viernes, 22 de mayo de 2015

VOCACIÓN

   
El cadáver del doctor Albert Munch era, con diferencia, el de aspecto más deforme y desagradable de la treintena larga que ocupaba los depósitos refrigerados de la facultad. Sin embargo, resultaba el preferido por los estudiantes para las prácticas de disección. Sería por los nuevos vocablos científicos que encontraban en la laringe, o tal vez por las originales fórmulas de investigación que hallaban en el cerebro, o quizás por las burbujas de humanidad que anidaban en las arterias, o puede que por las volutas de pasión por su trabajo, que quedaron engurruñadas en el último sístole, detrás de la aorta.


(Relato finalista en el Concurso Wonderland, de Radio4).

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