(Relato presentado al concurso Microrrelatos Abogados. Palabras obligatorias: nuez, incidente, carpeta, llave y toalla. Tema: abogados).
jueves, 29 de septiembre de 2016
AQUÍ NO HAY QUIEN VIVA
martes, 27 de septiembre de 2016
DITS ENFARINATS
EN IDOMENI
Y le manchaba los dedos de harina al entregarle el paquete de panecillos para su distribución. Pero no le importaba; después del reparto se los lamía con fruición. Era su comida principal del día.
FAVORES EXPRESS
Y le manchaba los dedos de harina al entregarle el paquete de diez quilos de panecillos típicos al salir del aeropuerto. De inmediato, la inhalaba de las manos con fruición. Ahora pienso que quizás no era harina. Ni panecillos.
(Relatos presentados al concurso Relatos en Cadena, de la SER. Frase de inicio obligada: Y le manchaba los dedos de harina al entregarle el paquete).
martes, 20 de septiembre de 2016
DE LÁPICES
El lápiz con el que ella, cada mañana, se lo dibujaba en la piel era de punta de grafito. Por eso, a media tarde, ya solo quedaba una mancha borrosa que el niño, rubio y de ojos claros, contemplaba decepcionado. Ya no se parecía a la cifra indeleble en el antebrazo de su madre.
SEÑALES
El lápiz con el que ella, cada mañana, se lo dibujaba amorosamente en la servilleta de papel que le ponía con el desayuno, agotó su mina de grafito. Fue entonces cuando él, ruborizado, levantó la vista y, dirigiéndole la palabra por primera vez, le preguntó: ¿Ya no utilizáis la marca esa de servilletas con el corazón y la flecha?
REACCIONES
El lápiz con el que ella, cada mañana, se lo dibujaba en el espejo del baño antes de marcharse era de carmín. Cuando el amante de turno, al levantarse, lo veía, si era aprensivo se iba al hospital, si creyente a una iglesia, pero si era ordenado se ponía rápidamente a redactar el testamento.
(Relatos presentados al concurso Relatos en Cadena, de la SER. Frase de inicio obligada: El lápiz con el que ella, cada mañana, se lo dibujaba).
viernes, 16 de septiembre de 2016
ABSTRACCIÓN
Cuando alguien logra encender el candil, entre su oscilante luz, consigue distinguir en el rostro de Antón dos surcos de lágrimas con ribetes de hollín; el mismo tizne que pespuntea también las arrugas en la frente, cara y manos de Domingo. Con el ciego frontal aún en la cabeza, Efrén dormita abrazado al bidón común de agua menguante. Las sombras de los otros doce compañeros, engurruñados, se difuminan entre oscuras rocas y penumbras. Tras dos semanas sin contacto con el exterior, Eladio, cerrando los ojos, se ve de nuevo bajo un sol deslumbrante, mientras su cuerpo se balancea suavemente, al ritmo de las olas, en mitad del océano.
(Relato finalista en DoReMicros, el concurso a distancia del evento Me suenan tus letras. Tema: Apagón).
martes, 13 de septiembre de 2016
LUNARES CONOCIDOS
El masajista no tardó en reconocer aquel lunar bajo la nuca. Eran, sobre todo, esas pequeñas marcas, las que le permitían distinguir a sus clientas de servicios eróticos. Allí, en Islamabad.
MOTU PROPRIO
El masajista no tardó en reconocer aquel lunar bajo la nuca. Lo había visto anteriormente en infinidad de ocasiones, pero siempre en dibujos o fotografías que amigos o familiares le mostraban. Ahora, por primera vez, lo podía contemplar directamente con sus propios ojos. Solo tuvo que dar un paso atrás.
TODOS PARDOS
El masajista no tardó en reconocer aquel lunar bajo la nuca del sonriente y guasón cliente de esa mañana. No es que fuera parecido o idéntico, es que era el mismo de la rubia seductora de la loca noche anterior.
INASEQUIBLES
El masajista no tardó en reconocer aquel lunar bajo la nuca. Cierto que la cirugía plástica le hacía irreconocible y que incluso algo le habían hecho en las cuerdas vocales para cambiarle la voz, pero aquella marca de nacimiento resultaba más segura que el ADN. No había duda, se trataba del comercial de Pelmaphone, empeñado en que se cambiara de compañía.
(Relatos presentados a Relatos en Cadena, de la SER. Frase de inicio obligada: El masajista no tardó en reconoce aquel lunar bajo la nuca).
lunes, 5 de septiembre de 2016
INSUMISA
Él deja flotando en el aire unos amenazantes puntos suspensivos. Espera que ella entienda, analice y valore lo que llevan implícito pero que sus labios no han mencionado. Y así es, ella comprende, medita, evalúa... y a continuación, explícitamente, le planta en la cara un punto final y pasa página.
(Relato finalista en el mes de Agosto, en el concurso del blog Cincuenta Palabras).
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