Darse una vuelta con él, el oficial más antiguo, a media mañana, era lo más placentero del día. Acoplábamos a nuestras espaldas unas alas de plástico, nos encaramábamos al alféizar de la ventana del ministerio y salíamos revoloteando hasta un castaño. Al rato, acuciados por jardineros ociosos, aleteábamos hasta un parque donde ingeríamos semillas, gusanos e insectos y sorbíamos agua del estanque. Más tarde, alzábamos de nuevo el vuelo ahuyentados por niños juguetones. Pasábamos la mañana entre farolas, cornisas, catenarias y azoteas. A eso de las tres menos cuarto regresábamos a la oficina. Justo a tiempo de recoger la mesa y fichar a la salida.
(Relato finalista semanal en Relatos en Cadena. Frase de inicio obligada: Darse una vuelta con él).
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