ESPERANDO EL LAUDO
Entre el tanatorio y la oficina de objetos perdidos apareció de improviso en una tarde de agosto. Enseguida, el gerente de la funeraria reclamó la posesión en virtud a la mayor proximidad a su sede. Pero el funcionario responsable de los extravíos esgrimió la ordenanza que establecía que cualquier objeto encontrado en la vía pública pasaría a las dependencias municipales hasta que se determinara la propiedad. La disputa trascendió a los medios de comunicación y finalmente ambas partes aceptaron un arbitraje. Mientras tanto, tres semanas después, seguía en la calle el ataúd del que emanaba un desagradable olor.
LÍMITES JURISDICCIONALES
Entre el tanatorio y la oficina de objetos perdidos lo encontramos y no supimos a quién entregar el ataúd.
QUERENCIAS
Entre el tanatorio y la oficina de objetos perdidos, el avispado Apulecio abrió El Lamento, un bar cafetería al que nunca le falta la clientela; eso sí, siempre de paso, porque o bien proceden de las dependencias municipales sin haber encontrado el objeto extraviado, habitualmente paraguas, o bien acaban de despedir a un ser querido. Sin duda, el nombre del establecimiento ejerce una querencia irrefrenable. Ahora Apulecio está pensando en abrir El Lamento II, entre el Wanda Metropolitano y la sede de la plataforma de inversión en criptomonedas.
(Relatos presentados al concurso Relatos en Cadena, de la SER. Frase de inicio obligada: Entre el tanatorio y la oficina de objetos perdidos).
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