martes, 27 de diciembre de 2022

CENSURA



Cuando consiguió parar de reír le puso al guion el sello de «Censurado».


El censor funciona como un termómetro, pero no detecta el calor, sino el peligro de la obra que censura. Si a él le produce estupor o escándalo, el texto debe ser censurado. En este caso, la reacción es de hilaridad, lo que señala la hipocresía propia de su labor. El verdugo quita vidas y el censor quita ideas, ocurrencias, ingeniosidades, etc., cuando estas son peligrosas para la sociedad (o sea, para el Poder). Para que exista la censura tiene que haber desconfianza en la capacidad de la población para asimilar correctamente determinados conceptos o ideas, como si esta fuera siempre menor de edad o fácilmente manipulable. La censura es un acto de desconfianza en la sociedad. Las risas del censor son, precisamente, las que el Poder no desea para los potenciales espectadores del texto. Sobre esta posición moral descansa el alma intolerante y sucia de la censura. El sarcasmo del relato opera como el cuento del rey desnudo: deja al descubierto la naturaleza de la censura. Y, al tiempo, consigue sacarnos una sonrisa a los lectores. No se puede pedir más.

Enhorabuena, Rafa Olivares, por el relato, estupendo, y por el premio.


(Relato ganador en Cuenta 140. Tema: La Censura. Comentarios de Juan Aparicio Belmonte, mantenedor y juez del concurso). 

No hay comentarios:

Publicar un comentario