viernes, 3 de septiembre de 2021

SIN PICADORES

Coso de Laberintia. Cinco de la tarde. De nombre, Cretense. 540 kilos de peso. Negro zaíno en cuello y cabeza, blanco caucásico en torso y cuartos traseros. Cornamenta astifina y hechuras de Pablo Romero. Acabó con el maestro Teseo, «el niño del ovillo», de grana y oro, en menos de lo que tardaba Penélope en despachar a un pretendiente. Cuando descubrió el hilo que había ido dejando el presunto matador, decidió recuperarlo para evitar un uso huidizo por efebos y doncellas que le servían de solaz divertimento. Al empezar a tirar notó cierta tirantez, pero echó de casta y, poco a poco, fue arrastrando hasta su vista a una bella y dulce joven, de nombre Ariadna, que se resistía a soltar la hebra. Discutieron sobre su propiedad y la riña fue subiendo de tono. No hicieron falta picadores ni banderilleros. Él la llamó «lianta», «calientapuyas» y «bomberatorera»; ella lo trató de «sobrero», «mediohombre» y «manso». Se desconoce si llegaron a las manos, pero se sabe que tiempo después Ariadna creó una factoría de tejidos, tapices y bordados muy apreciados en todos los bazares y zocos mediterráneos. Del minotauro nunca más se supo.



(Relato presentado al concurso del blog Esta Noche Te Cuento. Tema: el enfado y la ira).

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