viernes, 24 de mayo de 2019

INCREDULIDAD

Pensó en pasarlas de los libros de leyendas a los de ciencia. El comandante Cousteau barruntaba que aquellas antiguas historias de calamares-cigalas gigantes no eran meras invenciones de viejos lobos de mar. Se suponía su hábitat en las áreas abisales de los océanos, y hacia la fosa de las Marianas puso rumbo su embarcación.

Tras semanas de infructuosa búsqueda, con los víveres escaseando y a dieta de peces insípidos, en el enésimo descenso del batiscafo monoplaza, Cousteau se lo topó a 23.000 pies de profundidad. Su longitud sobrepasaba los siete metros. Cuando fue a filmarlo intervino Murphy. La cámara se obturó y no pudo grabar un solo fotograma. Sin imágenes, su descubrimiento sería el hazmerreir de la comunidad científica. Desde el Calypso, alguien sugirió cazarlo, fotografiarlo y darse un festín. El comandante habló con el cocinero. La falta de harina suficiente mantiene al Gran Calamar-Cigala en la leyenda.




(Relato presentado al concurso de microrrelatos del Museu Marítim de Barcelona. Tema: monstruos y mitos marinos).

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