Supongo que algunos hábitos se heredan sin querer. Don Ireneo Ripalda, prohombre de su ciudad, procesiona todos los años, con chaqué, guantes blancos y vara de metal, tras el trono de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús «El Rico». Al llegar la procesión a la plaza del Obispo, en Málaga, en virtud de una pragmática real dictada por Carlos III en 1759, se libera a un reo que aún no ha cumplido su condena, y que se incorpora al desfile preservando su identidad.
Este año, por primera vez, procesiona también el hijo de don Ireneo. Es el que va con túnica y capirote arrastrando unas cadenas.
EL PALO Y LAS ASTILLAS
Supongo que algunos hábitos se heredan sin querer. Mis tres hijos son monjes franciscanos, como yo. Ya veremos qué pasa con mis nietos.
PUNTADAS CON HILO
Supongo que algunos hábitos se heredan sin querer. A sor Angustias se los dejó la Santa, antes de morir, para que les cogiera el dobladillo.
ATENUANTES REALES
«Supongo que algunos hábitos se heredan sin querer», dijo en sus alegaciones Su Majestad Emérita.
(Relatos presentados al concurso Relatos en Cadena, de la SER. Frase de inicio obligada: Supongo que algunos hábitos se heredan sin querer).

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