Me recibe con sensuales labios y actitud salaz envuelta en roja lencería. Empiezo acariciándole las piernas mientras beso su cuello. Le mordisqueo un lóbulo y a continuación, dejando un rastro de labios sedientos, busco en el pubis el camino certero hacia el desenfreno. Al poco, nuestros cuerpos se funden en un ritmo acompasado e imparable de pasión hasta que, colérico, el señor con visera y megáfono vuelve a gritar: ¡¡¡Cuando digo corten, es coooorten!!!
(Relato seleccionado en el Maratón de Microrrelatos de Casa Tomada de Sevilla. Tema: cine).
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