martes, 5 de junio de 2018

LA PULSERA MÁGICA

Ellen Price, primera bailarina del Ballet Real de Dinamarca, destacó por su interpretación en la adaptación a la danza de un cuento de Hans Christian Andersen, La Sirenita. Un acaudalado cervecero, perdidamente enamorado de su figura y de su arte, la obsequió con una pulsera mágica que ella decidió colocarse en el tobillo izquierdo, no sin antes ser advertida de que si alguna vez se la quitaba quedaría transformada en bronce. Ellen no tardó en olvidarse del aviso, y una tarde de verano, después de tomar desnuda un baño en la costa Langelinie de Copenhague, y mientras se secaba sobre una roca, deslizó de su pie el abalorio y su cuerpo quedó al instante bronceado. Literalmente. 

De lo que pasó con la pulsera poco se sabe. Muy probablemente alguien la encontró y se la probó, pero es previsible que, desconocedor de sus efectos fantásticos, no le durara puesta mucho tiempo. Eso explica que haya tantas esculturas de bronce por toda Europa. Y muchas de ellas de personajes que solo llegaron a ser ilustres mucho tiempo después de ser estatuas.



(Relato presentado al concurso del Blog Esta Noche Te Cuento, inspirado en la foto de Benoit Courti).

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