En el oficio de sicario, alguna torpeza puede pasarse por alto, pero el cinismo descarado nunca tiene perdón. Jerry «Sacamuelas» Smith presumía de haber cumplido su encargo con eficacia y discreción, pero don Giovanni no tardó en saber que el supuesto fiambre seguía tocando el clarinete en clubs de la Costa Oeste. Un día del pasado mes de julio encontraron el cuerpo de Jerry sobre una bicicleta con ruedines, circulando por la 54 en hora punta. La primera impresión del inspector Carter fue que aquello no tenía ni pies ni cabeza. De hecho, aún siguen buscando los pies y la cabeza.
(Relato escrito con Ana María Abad y presentado al concurso Mójate Enteciano, del blog Esta Noche Te Cuento, con el seudónimo Torero).