sábado, 4 de abril de 2020

TRIAJE

Confirmada la infección y ya en el hospital me informan de que disponen de pocos respiradores y que su asignación se hace ponderando dos parámetros del paciente, la esperanza de vida y el valor social. En cuanto a la esperanza de vida, estando en la cincuentena y sin ninguna enfermedad previa, confío en alcanzar una buena ratio. Pero lo del valor social… No soy sanitario, a los que supongo en el top de la clasificación, ni policía ni bombero ni agricultor, que irán a continuación, ni tan siquiera maestro, transportista o fontanero, también con cierta relevancia. Me pregunto quién tendría prioridad entre un taquillero de cine y un vendedor de seguros. ¿Y entre uno del Betis y otro del Sevilla?, ¿y entre Mortadelo y Filemón? En esas elucubraciones estoy cuando me preguntan por mi profesión. Con un punto de resignación, oculto que soy escritor y digo que estoy desempleado. Veo más posibilidades y tampoco es mentira.



(Relato publicado en la iniciativa Cartas Confinada, en el blog El bolsillo de la chaqueta de Miguel Ibáñez).




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