viernes, 26 de febrero de 2021

CUENTOS CONFINADOS (12/25)

 



Haga como yo, señorita, eleve sus plegarias a Eolo.


(Mi aportación a la iniciativa de Esfera Cultural en twitter, en abril de 2020).

lunes, 22 de febrero de 2021

RÉGIMEN MATRIMONIAL

Empezar una relación con Mari Puri Simancas, magistrada del Supremo, supuso para Antolino Cifuentes, abogado de oficio y avispado seductor, una oportunidad para salir del estado de pobreza en que se encontraba y para erradicar los presagios de penuria global que lo amenazaban. Desconocía, sin embargo, Antolino, que Mari Puri arrastraba tras de sí numerosos embargos e hipotecas que convirtieron el régimen de gananciales que convinieron en un auténtico régimen de perdenciales.





(Relato presentado al concurso Microrrelatos Abogados. Tema: abogados. Palabras obligadas: empezar, oportunidad, global, pobreza y erradicar).

viernes, 19 de febrero de 2021

CUENTOS CONFINADOS (11/25)

 



Decidió construirla pieza a pieza. Ahora un brazo, después la cabeza, luego una pierna... Le parecía ya muy visto lo de hacerla de una costilla.


(Mi aportación a la iniciativa de Esfera Cultural en twitter, en abril de 2020).

lunes, 15 de febrero de 2021

¿NO SABÍA NADAR?

INDICIOS
Cómo íbamos a imaginarnos que no sabía nadar si andaba como flotando, se balanceaba de babor a estribor, cantaba como sirena y se llamaba Esther Williams.


TIRO AL PATO
Cómo íbamos a imaginarnos que no sabía nadar si no le perdía la estela al pato. Detrás de él para aquí, para allá, iba, volvía, hacia un lado, hacia el otro, pero no conseguía alcanzarlo. Solo cuando por ayudarle le disparamos, nos dimos cuenta de que era un flotador.


POCO EXPLÍCITO
Cómo íbamos a imaginarnos que no sabía nadar si solo decía «glup, glup».


EL MARIDO DE SOCORRO
Cómo íbamos a imaginarnos que no sabía nadar si solo llamaba a su mujer.


FILA CERO
Cómo íbamos a imaginarnos que no sabía nadar si llegó recomendado por el mismísimo presidente de la Federación. Lo cierto es que hasta que terminó el partido no nos dimos cuenta de que habíamos jugado con uno menos. Mientras tanto, desde el fondo, una sombra sospechosa parecía haber estado observando la final nacional de waterpolo.


OBVIEDAD
Cómo íbamos a imaginarnos que no sabía nadar llamándose Delfín.


CELOS Y RECELOS
Cómo íbamos a imaginarnos que no sabía nadar si, además de llamarse Delfín, con lo de que su novia viniera sola todos los días a bañarse con los del equipo de rugby, llevaba un tiempo muy muy escamado.



(Relatos presentados al concurso de Relatos en Cadena. Frase de inicio obligada: Cómo íbamos a imaginarnos que no sabía nadar).

viernes, 12 de febrero de 2021

CUENTOS CONFINADOS (10/25)

 



Aunque los abrazos estaban prohibidos, la policía desistió de su detención al comprobar que se trataba de una sola persona.


(Mi aportación a la iniciativa de Esfera Cultural en twitter, en abril de 2020).

lunes, 8 de febrero de 2021

MARIDOS INSUFRIBLES


OVEJA NEGRA
Su marido era insufrible. Un mal ejemplo para sus hijos y una vergüenza para nosotros, sus amigos. Hacía la comida, pasaba la mopa, tendía la ropa y, cuesta creer, pero siempre levantaba antes la tapa del váter.

SEXO DURO
Su marido era insufrible en la cama. Un tal Espinete.


SI ELLA HABLARA
Su marido era insufrible, aunque atento, culto, elegante y de buenos modales. No en vano había recibido una educación exquisita como correspondía a un miembro de la aristocracia. Sin embargo, en la intimidad, parece que tenía un carácter difícil, ese tal marqués de Sade.


ADMIRACIÓN SINCERA
Su marido era insufrible. Después de hacer el amor, una vez cada dos meses, con su pretendida voz de tenor, graznaba un O sole mío o un Nessun dorma. Al momento, desde ventanas y balcones próximos, los vecinos prorrumpían en aplausos y felicitaciones. Él siempre creyó que se debían a su interpretación.



(Relatos presentados al concurso Relatos en Cadena, de la SER. Frase de inicio obligada: Su marido era insufrible).

viernes, 5 de febrero de 2021

CUENTOS CONFINADOS (9/25)

 



Con los de autoayuda no funcionaba, pero con los clásicos, que estaban repletos de semillas, siempre germinaba.


(Mi aportación a la iniciativa de Esfera Cultural en twitter, en abril de 2020).

jueves, 4 de febrero de 2021

SIGNOS

La encontré mientras ordenaba una vieja estantería, entre las hojas de un libro de poesía. La fotografía, que ya amarilleaba, tenía más de treinta años y en ella estábamos los cuatro juntos una tarde de otoño. Probablemente una de las últimas veces. Sentados en un prado, Javito, mi hermano pequeño, con el mohín de disgusto típico de los Tauro, intentaba apartarme del arrullo cariñoso de mamá para ocuparlo él. Yo, genuina Piscis, le dedicaba una mirada desafiante y de fastidio. Papá la observaba con esa mezcla de fervor y melancolía propia de los Acuario. Ella, en actitud tierna, con la nueva melena que le quedaba tan bien, parecía tratar de alejar una sombra de temor. Cáncer era el de mamá.



(Relato presentado al concurso del blog Esta Noche Te Cuento., con el tema: la tristeza y la nostalgia).

lunes, 1 de febrero de 2021

TUVE QUE MATARLO

¿QUÉ LE DIGO AL COMISARIO?
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. A mi amenaza respondió con un «no hay huevos».


CRÍMENES EJEMPLARES
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Max Aub lo entenderá cuando le diga que se trataba de uno de Vinaroz.


LEY DEL TALIÓN
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle y trocearlo en mil pedazos. Ella lo entenderá; al estúpido de nuestro hijo, después de hacer añicos el jarrón chino de la dinastía Ming, solo se le ocurrió decir: Ahora busco otro en Amazon.


CON SANGRE ENTRA
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Su hijo no hacía más que hurgarse la nariz en clase. Ahora por un orificio, luego por el otro. Ora con el índice, ora con el anular, ora con el corazón, ora con el meñique… y en un momento dado hasta con los dos pulgares a la vez. Así que, aprovechando un cambio de dedo, le introduje el compás hasta el mismísimo cerebro. Comprenderá que fue por su bien y el del resto de alumnos. Ninguno reincidirá en tan deleznable vicio.


AVISO A PRETENDIENTES
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Cuando le hablé de boda me dijo: ¡Antes muerto!


CRIMEN CONFESO
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Sí, de acuerdo, fue en sueños, pero eso no merma mi arrepentimiento y disposición a expiar la culpa. Dígaselo así a su superior, por favor.


ATENUANTES
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Dígaselo al fabricante. Yo estaba sentado en la barra mientras él, a mi espalda, jugaba a la tragaperras. Tlin, tlin, tlin, tlin. Echaba más monedas, le daba a la palanca, tlin, tlin, tlin, tlin. Después como una sirena, tiroríiii, tiroríiiii. Luego tlin, tlin, tlin, tlin. Al final, me volví y le partí la cabeza de un botellazo. Dígale a ver si pueden poner unos sonidos menos crispantes.


TESTIGO ESCANDALOSO
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Dígaselo al Juez. Que hubiera visto el atropello no le daba derecho a venir detrás por toda la avenida haciendo sonar el claxon y llamando la atención.


PASIONES
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Aunque sea su madre lo entenderá: se ponía los cascos para oír el partido mientras hacíamos el amor.


GANAR EL CIELO
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle mientras que él esperaba en la puerta. Y que también lo habría liquidado si no llega a salir corriendo al oír los gritos. Y es que era la cuarta pareja de Adventistas del Séptimo Día que llamaba esa mañana a mi timbre.


INDIGNACIÓN GRUPAL
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle en nombre de todos. En el suyo también, señor policía. ¿O acaso no ha sentido usted ese mismo impulso cada vez que se le han acercado en un semáforo para venderle un paquete de pañuelos?


LA IMPORTANCIA DE UNA BUENA IMAGEN
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Olía mal, llevaba las uñas negras, el cuello y los puños de la camisa muy sucios y el pelo mugriento. Las manos pringosas y la cara sin afeitar. Al salir de casa me siguió hasta la cafetería. Se sentó cerca. Luego vino detrás de mí y entró también en el metro. Estando en el andén, cuando llegó la máquina, de una patada lo arrojé a las vías. Dígaselo a su jefe, que cuiden más la imagen de empresa. Un Cobrador del Frac no puede andar por ahí de esa guisa.


PUNTUALIDAD OBSESIVA
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. El Gobernador lo entenderá. Ni apelación ni indulto ni puñetas. Esa tarde, tenía que recoger a mi esposa de la peluquería y adelanté la ejecución en media hora.


PREGUNTA EL JUEZ QUE POR QUÉ LO HIZO
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Nadie me veía y no lo conocía de nada.


PREGUNTA EL COMISARIO QUE POR QUÉ LO HIZO
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Ya me habían pagado por adelantado los veinte euros.


¿QUÉ LE DIGO AL JUEZ?
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Era muy feo. Tanto, que cada vez que me lo cruzaba me sentía ofendido. Dígame si no era para matarlo.


PREGUNTA EL JUEZ QUE POR QUÉ LO HIZO
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Estaba allí, al borde del precipicio, disfrutando del paisaje, respirando hondo… Le empujé. ¿No habría hecho usted lo mismo?


PREGUNTA EL INSPECTOR QUE POR QUÉ LO HIZO
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle, aunque fue sin querer. Me acababa de pisar el juanete que tanto me dolía y tenía la azada en la mano. Sí, quiero suponer que él también lo hizo sin querer.


PREGUNTA SU ESPOSA QUE POR QUÉ LO HIZO
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Había cerrado a blancas sabiendo que yo llevaba el seis doble. Le hice comerse las fichas una tras otra.


¿QUÉ LE DIGO AL SEÑOR JUEZ?
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Se incendiaron los dos motores del biplaza, solo había un paracaídas… ¡Y quería ponérselo él! ¡Que me diga si había para matarlo!


¿QUÉ LE DIGO AL JUEZ?
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Tenía un roncar muy fuerte. Como la sirena de un barco entrando y saliendo de puerto toda la noche. Como el fuelle de una máquina a tres turnos. Le metí en la boca dos paladas de cemento de fragua rápida. Y ahí quedó, como un bendito.



(Relatos presentados al concurso Relatos en Cadena, de la SER. Frase de inicio obligada: Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle).