INDICIOS
Cómo íbamos a imaginarnos que no sabía nadar si andaba como flotando, se balanceaba de babor a estribor, cantaba como sirena y se llamaba Esther Williams.
Cómo íbamos a imaginarnos que no sabía nadar si no le perdía la estela al pato. Detrás de él para aquí, para allá, iba, volvía, hacia un lado, hacia el otro, pero no conseguía alcanzarlo. Solo cuando por ayudarle le disparamos, nos dimos cuenta de que era un flotador.
POCO EXPLÍCITO
Cómo íbamos a imaginarnos que no sabía nadar si solo decía «glup, glup».
EL MARIDO DE SOCORRO
Cómo íbamos a imaginarnos que no sabía nadar si solo llamaba a su mujer.
FILA CERO
Cómo íbamos a imaginarnos que no sabía nadar si llegó recomendado por el mismísimo presidente de la Federación. Lo cierto es que hasta que terminó el partido no nos dimos cuenta de que habíamos jugado con uno menos. Mientras tanto, desde el fondo, una sombra sospechosa parecía haber estado observando la final nacional de waterpolo.
OBVIEDAD
Cómo íbamos a imaginarnos que no sabía nadar llamándose Delfín.
CELOS Y RECELOS
Cómo íbamos a imaginarnos que no sabía nadar si, además de llamarse Delfín, con lo de que su novia viniera sola todos los días a bañarse con los del equipo de rugby, llevaba un tiempo muy muy escamado.
(Relatos presentados al concurso de Relatos en Cadena. Frase de inicio obligada: Cómo íbamos a imaginarnos que no sabía nadar).
Vaya,Rafa. Pues va a resultar que al final sí que hay gente que no sabe nadar, y tú conoces a unos cuantos...
ResponderEliminarBuenos relatos, Rafa. Me he reído con más de uno.
Saludos.
Hola, Alfonso, Sí, más de uno, y cada uno con su estrategia de disimulo.
EliminarUn placer recibirte por aquí.
Abrazo.
Echarte un ojo es comprobar lo divertido que es leer. He recomendado tus micros a algunos cascarrabias, a ver si les funciona como terapia.
ResponderEliminarAbrazo.
Jajaja, gracias, Juan Manuel. El humor es bueno para la salud y el carácter.
EliminarUn abrazo.