sábado, 29 de febrero de 2020

EL APLAUSO


Celoso porque se llevaba todos los aplausos, el ventrílocuo decapitó en el camerino a su muñeco estrella.

El aplauso es un premio y como tal premio genera envidias y conflictos. Aquí tenemos a un ventrílocuo celoso del éxito de su propia marioneta. Es el ejemplo extremo de una creación que se le va de las manos a su creador. No solo se independiza y cobra vida a ojos del público sino también para el vanidoso, enajenado y dolido autor. Le sucede como a esos escritores cuyos personajes los aventajan en trascendencia popular, en un giro irónico de la historia. El Quijote, verbigracia, más conocido que el propio Cervantes, capaz de vivir en la pluma de su autor pero también en la mitología de ciudadanos que jamás han leído una línea del libro. En este relato, el artista siente que el muñeco le roba el éxito, es un caso de rebeldía del personaje tan elocuente que termina cortándole la cabeza como si tuviera vida propia. Enhorabuena, Rafa Olivares por el relato, muy bueno, y por el premio. 

Juan Aparicio Belmonte


(Relato ganador en el concurso Cuenta 140 de la revista El Cutural. Tema: el aplauso).


lunes, 17 de febrero de 2020

VESTIDO

SOBERANO PROTAGONISMO

Ahora ya vestido, el espontáneo que ha interrumpido el partido, atravesando desnudo el césped, entrega al equipo ganador la Copa del Rey.

VIDA LOCA
Ahora ya vestido, guarda los billetes en un bolsillo, el tanga en otro, y sale apresurado para no llegar tarde a maitines.


TE ESPERO FUERA
Ahora ya vestido y recuperado su aspecto vulgar, una de las amigas de la novia, decepcionada, le reclama el billete de cincuenta euros que, hace tan solo unos minutos, le había introducido por el tanga.


NOCHE DE BODAS
Ahora ya vestido dejo, por la fuerza de la costumbre, cincuenta euros sobre la mesita. Ella, aún somnolienta, rebusca en su bolso y me devuelve el cambio: veinte euros.





(Relatos presentados al concurso Relatos en Cadena, de la SER. Frase de inicio obligada: Ahora ya vestido).



lunes, 10 de febrero de 2020

PROLONGACIONES

EXTRAESCOLARES
«El árbitro añadió catorce minutos», logré decir a papá cuando llegué exhausto a casa. «Entonces nos remontaron los dos goles que les llevábamos de ventaja. Dime si no es pa matarlo». Sin esperar respuesta y para cambiar su previsible indignación por orgullo filial, concluí: «pues eso hicimos». 


DESINTERÉS
«El árbitro añadió catorce minutos», logré decir en la mesa para acaparar la atención. «Bueno, sería para compensar el tiempo de juego perdido», comentó papá con cierta apatía y sin pararse a pensar que a lo que juego, desde hace seis años, es al tenis.


DESENFOQUE
«El árbitro añadió catorce minutos», logré decir en la mesa ante la enorme sorpresa de todos. Sin embargo, ninguno preguntó por la causa de tan exagerada prolongación, tan solo, y sin prescindir del habitual lenguaje de signos, se interesaron por mi repentina recuperación del habla.


EFECTOS SECUNDARIOS
«El árbitro añadió catorce minutos», logré decir. Consecuencia, supongo, de las vitaminas que me inyectó el veterinario.


DESCUENTOS
«El árbitro añadió catorce minutos», logré decir. Pero el jurado no lo aceptó como atenuante.






(Relatos presentados al concurso Relatos en Cadena, de la SER. Frase de inicio obligada: «El árbitro añadió catorce minutos», logré decir).

lunes, 3 de febrero de 2020


OTRA VEZ
Empezó a llorar a las 18:30, cuando se convenció de que ese lunes tampoco recibiría la llamada de Relatos en Cadena.

PERTINAZ TORRENTE
Empezó a llorar en abril, y en septiembre, como el flujo aún seguía, al tío Hilario se le ocurrió buscarle alguna utilidad. Por su componente salino, descartó el uso agrícola o para consumo, pero debidamente canalizado y embalsado, suministra hoy el fluído al spa en el que ya trabaja medio pueblo. Mientras, a la tía Lucrecia y su insoportable dolor de juanetes, los mantenemos en la casita del cerro, la que todos llaman «el nacimiento».


BODAS DE PLATA
Empezó a llorar de emoción al ver bajada la tapa del inodoro.


PRECALENTAMIENTO
Empezó a llorar a las ocho, al ponerse su tren en marcha. Era un llanto de menos a más pero discontinuo, como a oleadas. Lo interrumpe cuando sirven el desayuno. Tras tomarlo, pide un cava. Presiente que hoy será un gran día. Después de repasar unos papeles reanuda el lloro. Lo mantiene hasta que llega a la estación de destino. En el taxi se desmaquilla y guarda en el bolso las joyas que lleva puestas. A la puerta del juzgado le espera su abogado. 

–Estoy preparada –le dice–, vamos a pedirle el doble de pensión compensatoria, el chalé, el piso y el todoterreno.



(Relatos presentados al concurso Relatos en Cadena, de la SER. Frase de inicio obligada: Empezó a llorar).