EXTRAESCOLARES
«El árbitro añadió catorce minutos», logré decir a papá cuando llegué exhausto a casa. «Entonces nos remontaron los dos goles que les llevábamos de ventaja. Dime si no es pa matarlo». Sin esperar respuesta y para cambiar su previsible indignación por orgullo filial, concluí: «pues eso hicimos».
DESINTERÉS
«El árbitro añadió catorce minutos», logré decir en la mesa para acaparar la atención. «Bueno, sería para compensar el tiempo de juego perdido», comentó papá con cierta apatía y sin pararse a pensar que a lo que juego, desde hace seis años, es al tenis.
DESENFOQUE
«El árbitro añadió catorce minutos», logré decir en la mesa ante la enorme sorpresa de todos. Sin embargo, ninguno preguntó por la causa de tan exagerada prolongación, tan solo, y sin prescindir del habitual lenguaje de signos, se interesaron por mi repentina recuperación del habla.
EFECTOS SECUNDARIOS
«El árbitro añadió catorce minutos», logré decir. Consecuencia, supongo, de las vitaminas que me inyectó el veterinario.
DESCUENTOS
«El árbitro añadió catorce minutos», logré decir. Pero el jurado no lo aceptó como atenuante.
(Relatos presentados al concurso Relatos en Cadena, de la SER. Frase de inicio obligada: «El árbitro añadió catorce minutos», logré decir).
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