OTRA VEZ
Empezó a llorar a las 18:30, cuando se convenció de que ese lunes tampoco recibiría la llamada de Relatos en Cadena.
PERTINAZ TORRENTE
Empezó a llorar en abril, y en septiembre, como el flujo aún seguía, al tío Hilario se le ocurrió buscarle alguna utilidad. Por su componente salino, descartó el uso agrícola o para consumo, pero debidamente canalizado y embalsado, suministra hoy el fluído al spa en el que ya trabaja medio pueblo. Mientras, a la tía Lucrecia y su insoportable dolor de juanetes, los mantenemos en la casita del cerro, la que todos llaman «el nacimiento».
BODAS DE PLATA
Empezó a llorar de emoción al ver bajada la tapa del inodoro.
PRECALENTAMIENTO
Empezó a llorar a las ocho, al ponerse su tren en marcha. Era un llanto de menos a más pero discontinuo, como a oleadas. Lo interrumpe cuando sirven el desayuno. Tras tomarlo, pide un cava. Presiente que hoy será un gran día. Después de repasar unos papeles reanuda el lloro. Lo mantiene hasta que llega a la estación de destino. En el taxi se desmaquilla y guarda en el bolso las joyas que lleva puestas. A la puerta del juzgado le espera su abogado.
–Estoy preparada –le dice–, vamos a pedirle el doble de pensión compensatoria, el chalé, el piso y el todoterreno.
(Relatos presentados al concurso Relatos en Cadena, de la SER. Frase de inicio obligada: Empezó a llorar).
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