lunes, 1 de febrero de 2021

TUVE QUE MATARLO

¿QUÉ LE DIGO AL COMISARIO?
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. A mi amenaza respondió con un «no hay huevos».


CRÍMENES EJEMPLARES
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Max Aub lo entenderá cuando le diga que se trataba de uno de Vinaroz.


LEY DEL TALIÓN
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle y trocearlo en mil pedazos. Ella lo entenderá; al estúpido de nuestro hijo, después de hacer añicos el jarrón chino de la dinastía Ming, solo se le ocurrió decir: Ahora busco otro en Amazon.


CON SANGRE ENTRA
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Su hijo no hacía más que hurgarse la nariz en clase. Ahora por un orificio, luego por el otro. Ora con el índice, ora con el anular, ora con el corazón, ora con el meñique… y en un momento dado hasta con los dos pulgares a la vez. Así que, aprovechando un cambio de dedo, le introduje el compás hasta el mismísimo cerebro. Comprenderá que fue por su bien y el del resto de alumnos. Ninguno reincidirá en tan deleznable vicio.


AVISO A PRETENDIENTES
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Cuando le hablé de boda me dijo: ¡Antes muerto!


CRIMEN CONFESO
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Sí, de acuerdo, fue en sueños, pero eso no merma mi arrepentimiento y disposición a expiar la culpa. Dígaselo así a su superior, por favor.


ATENUANTES
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Dígaselo al fabricante. Yo estaba sentado en la barra mientras él, a mi espalda, jugaba a la tragaperras. Tlin, tlin, tlin, tlin. Echaba más monedas, le daba a la palanca, tlin, tlin, tlin, tlin. Después como una sirena, tiroríiii, tiroríiiii. Luego tlin, tlin, tlin, tlin. Al final, me volví y le partí la cabeza de un botellazo. Dígale a ver si pueden poner unos sonidos menos crispantes.


TESTIGO ESCANDALOSO
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Dígaselo al Juez. Que hubiera visto el atropello no le daba derecho a venir detrás por toda la avenida haciendo sonar el claxon y llamando la atención.


PASIONES
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Aunque sea su madre lo entenderá: se ponía los cascos para oír el partido mientras hacíamos el amor.


GANAR EL CIELO
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle mientras que él esperaba en la puerta. Y que también lo habría liquidado si no llega a salir corriendo al oír los gritos. Y es que era la cuarta pareja de Adventistas del Séptimo Día que llamaba esa mañana a mi timbre.


INDIGNACIÓN GRUPAL
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle en nombre de todos. En el suyo también, señor policía. ¿O acaso no ha sentido usted ese mismo impulso cada vez que se le han acercado en un semáforo para venderle un paquete de pañuelos?


LA IMPORTANCIA DE UNA BUENA IMAGEN
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Olía mal, llevaba las uñas negras, el cuello y los puños de la camisa muy sucios y el pelo mugriento. Las manos pringosas y la cara sin afeitar. Al salir de casa me siguió hasta la cafetería. Se sentó cerca. Luego vino detrás de mí y entró también en el metro. Estando en el andén, cuando llegó la máquina, de una patada lo arrojé a las vías. Dígaselo a su jefe, que cuiden más la imagen de empresa. Un Cobrador del Frac no puede andar por ahí de esa guisa.


PUNTUALIDAD OBSESIVA
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. El Gobernador lo entenderá. Ni apelación ni indulto ni puñetas. Esa tarde, tenía que recoger a mi esposa de la peluquería y adelanté la ejecución en media hora.


PREGUNTA EL JUEZ QUE POR QUÉ LO HIZO
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Nadie me veía y no lo conocía de nada.


PREGUNTA EL COMISARIO QUE POR QUÉ LO HIZO
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Ya me habían pagado por adelantado los veinte euros.


¿QUÉ LE DIGO AL JUEZ?
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Era muy feo. Tanto, que cada vez que me lo cruzaba me sentía ofendido. Dígame si no era para matarlo.


PREGUNTA EL JUEZ QUE POR QUÉ LO HIZO
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Estaba allí, al borde del precipicio, disfrutando del paisaje, respirando hondo… Le empujé. ¿No habría hecho usted lo mismo?


PREGUNTA EL INSPECTOR QUE POR QUÉ LO HIZO
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle, aunque fue sin querer. Me acababa de pisar el juanete que tanto me dolía y tenía la azada en la mano. Sí, quiero suponer que él también lo hizo sin querer.


PREGUNTA SU ESPOSA QUE POR QUÉ LO HIZO
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Había cerrado a blancas sabiendo que yo llevaba el seis doble. Le hice comerse las fichas una tras otra.


¿QUÉ LE DIGO AL SEÑOR JUEZ?
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Se incendiaron los dos motores del biplaza, solo había un paracaídas… ¡Y quería ponérselo él! ¡Que me diga si había para matarlo!


¿QUÉ LE DIGO AL JUEZ?
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Tenía un roncar muy fuerte. Como la sirena de un barco entrando y saliendo de puerto toda la noche. Como el fuelle de una máquina a tres turnos. Le metí en la boca dos paladas de cemento de fragua rápida. Y ahí quedó, como un bendito.



(Relatos presentados al concurso Relatos en Cadena, de la SER. Frase de inicio obligada: Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle).

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