Después de varios días navegando hacia el horizonte, se volvió y descubrió que lo tenía detrás.
Las claves del texto son su brillante idea central y el punto de vista del narrador, apegado a la ignorancia aventurera del protagonista, gracias al cual entra en juego, como un elemento narrativo más, el sentido común del lector, que se sitúa por encima y sonríe. A esto, en mi pueblo (Londres), se le llama humor inteligente. Pero no es humor inglés, ojo, sino universal. Con mimbres parecidos creaba Ramón Gómez de la Serna sus célebres greguerías, esas ingeniosidades metafóricas memorables, pero este microrrelato también tiene algo de fábula cervantina, pues un navegante en persecución del horizonte está protagonizando una quijotada. O sea, que la quimera del protagonista es tan ingeniosa como cómica y su ejecución narrativa impecable. El navegante quiere tocar la línea del horizonte, pero ésta se burla de él, lo rehúye, le salta por encima y se le coloca detrás. Y nosotros, sonrientes, aplaudimos a su autor.
Juan Aparicio Belmonte
(Relato ganador en el concurso Cuenta 140 de El Cultural).
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