Era media mañana, hacía muy buen día y la ventana del hotel daba a una calle muy concurrida. Por eso fueron muchos quienes lo vieron. Incluso alguien fotografió la escena. Todos coincidieron en decir que se trataba de una sirena auténtica, aunque demasiado bien sabían que esos seres míticos de la literatura clásica solo existen en la ficción. Su ofuscación les impidió aceptar, aunque fuera palmario, que se trataba de un tritón –no por divino exento de reacciones humanas– alérgico a los ácaros, quien, sintiéndose atacado, ascendió rápidamente por la pared y por la colcha estampada y se zampó a la kelly por los pies mientras sacudía el polvo de la gamuza. Ella, hasta que desapareció su mano engullida en la boca del monstruo, estuvo tratando de terminar su tarea para que le computaran los dos con cuarenta euros de aquella habitación.
(Relato presentado al concurso del blog Esta Noche Te Cuento inspirado en la foto de René Maltête que lo acompaña).
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