Pesaban muy poco pero aplastaban sueños. Tras desmochar más de mil margaritas, la última hoja, indefectiblemente, seguía siendo no.
SUEÑOS IMPOSIBLES
Pesaban muy poco pero aplastaban sueños. Surgían cada madrugada de repente, sin aviso previo, estentóreas y virulentas. Sin tregua para una adaptación suave y pausada. Ahuyentando de cuajo cualquier atisbo de abandono placentero. Había buscado la solución por toda la ciudad, incluso por internet, pero ningún relojero disponía de despertadores con notas mudas.
AÑORANZAS
Pesaban muy poco pero aplastaban sueños. Ninguno de los tres llegaba a los dos kilos pero, desde que salieron de la incubadora, tendría que pasar mucho tiempo hasta que pudiéramos volver a dormir «come il faut».
(Relatos NO presentados al concurso Relatos en Cadena, de la SER. Frase de inicio obligada: Pesaban muy poco pero aplastaban sueños).
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