No le entusiasmaba en absoluto, pero, por no frustrar la iniciativa benefactora que su hija le proponía al otro lado de la línea, le dijo:
—Mira en el tercer cajón del armario grande del abuelo y coge las camisas blancas, las que hace tiempo que ya no se pone.
—...
—Sí, esas, las que llevan en el pecho bordada la corona encima de sus iniciales.
—...
—No, es igual, no te molestes, no le quites los gemelos de oro con diamantes; pero cuando se las entregues, dile que en Europa hay muchos, que el mes próximo vayan a pedir a otro palacio.
(Relato finalista en el concurso La Radio en Colectivo, de Radio Mislata).
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