Eran tiempos difíciles. También para Harry Stevenson, actor, aunque hacía tiempo que no pisaba un escenario. Sin embargo, podía decir que trabajaba en lo suyo. Bien temprano, se levantaba, se maquillaba, se vestía de clown o de guerrero del antifaz y se iba al encuentro de su objetivo del día para acompañarle durante toda la jornada. Sí, estaba contratado por El Cobrador del Frac –que tampoco es que se caracterizara por el rigor y la puntualidad en el pago de salarios– y su labor consistía en llamar la atención por su atuendo para avergonzar y presionar al moroso a quien seguía. En sus tediosas horas repasaba sus propias deudas: tres semanas de pensión, varias copas en el bar de Tom, las notas pendientes en distintas panaderías y supermercados del barrio… Y la manutención de su ex, que parecía haber desistido de seguir reclamándole. Cuando cobraba, apenas le llegaba para renovar los créditos más perentorios.
Hoy, mientras al lado de su señuelo, tomaba un café que dejaría a deber, Harry meditaba sobre si alguna vez podría verse en la misma situación. Se tranquilizaba pensando que iba irreconocible y que, con alguien similar al lado, nadie sabría nunca quién era quién.
(Relato presentado al concurso del blog Esta Noche Te Cuento, inspirado en la foto de Thomas Hoepker que lo acompaña).
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