Hacía tres meses que don Nuño había regresado de Tierra Santa en donde estuvo de cruzadas. Aún quedaba equipaje por deshacer cuando, en un bolsillo recóndito de una alforja, encontró una extraña llave. Trató de recordar infructuosamente a qué cerradura de secreter, arcón o escritorio podría pertenecer. Al anochecer, una luz iluminó su memoria; estaba seguro de que era la herramienta que abría el cinturón que había custodiado su honra y honor. Por fortuna, doña Jimena de Calatayud, entre las ansias de la llegada, había sabido, con una horquilla de su peinado y una sola mano, violentar con habilidad y destreza tan impenetrable artilugio.
(Relato presentado en el concurso LEMCA, del blog Esta Noche Te cuento, por el equipo Otras Tierras. Tema: una llave misteriosa).
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