Cada mañana lo mismo, se sube al columpio y me pide que le impulse. Nada le entusiasma más que ese suave balanceo. Se estaría todo el día. Pero se hace tarde y debo ponerme serio para decirle:
–Venga, Papá, ya está bien, que vamos a llegar otra vez con retraso.
(Relato presentado al concurso del blog Cincuenta Palabras).
No hay comentarios:
Publicar un comentario