Desde la terraza del ático, Ireneo Ripalda, presidente de la Comunidad de Propietarios del número 12 de la calle Ventresca, vio cómo el edificio zarpaba con rumbo noroeste a velocidad de quince nudos. Dos días después, fondeaba frente a las islas Chafardinas y en la primera junta de vecinos se debatió sobre el color de los toldos más adecuado a la nueva ubicación, sobre la propuesta de repulsa hacia el régimen déspota de Fangolandia y sobre las habituales quejas de la vecina del quinto derecha respecto de la del tercero centro. Ireneo levantó la sesión sin acuerdo ninguno, como siempre.
(Relato finalista en el concurso Wonderland, de Radio4).
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