En lugar bien visible de la pequeña cala, paso obligado de acceso, Eulogio Rosales puso el cartel. Le había llevado varios días y noches de meditación tomar la decisión. Valoró riesgos, sopesó ventajas e inconvenientes y al final, como máxima autoridad del lugar, redactó el edicto según el cual se decretaba la prohibición de desembarco a toda expedición dirigida al rescate del firmante, náufrago y único habitante de la isla.
(Relato ganado en el VIII Concurs de Microrelats Marítims, organizado por el Museu Marítim de Barcelona. Tema: rescates en el mar).
Enhorabuena, y me voy ya que no quiero molestar.
ResponderEliminarjajaja, molestia ninguna. El aviso es solo para quienes lleguen con el ánimo de alterarme la vida.
EliminarGracias, Margarita.