Fue lo único que heredaron de su madre, una mesa. Siendo imposible dividirla en cinco partes iguales, optaron por disfrutarla una semana cada uno. Así que, cada siete días, la trasladan a la casa del hermano que por turno corresponde. Junto al cepillo de dientes que les legó el padre.
(Relato presentado al concurso del blog Cincuenta Palabras).
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