Andreas Ripalda, del despacho Ripalda y Asociados, recuerda su primer caso. Recién acabada la carrera decidió demandar a sus padres. Aunque los hechos objeto de denuncia habían sucedido veinticinco años atrás, al tratarse de torturas y maltrato infantil no cabía prescripción ninguna. Andreas tuvo que beber un poco de agua antes de declarar que frases como «verás qué bien estarás en el colegio» o «vas a conocer a muchos amigos», que tuvo que escuchar con solo tres años, le indujeron a caer en el engaño. Fueron años de suplicio aprendiendo grafías extrañas y realizando coreografías estúpidas. La prueba más impactante fue una película en Super 8 en la que, desnudo junto a sus compañeros, recibía un baño de manguera en lo que parecía una fiesta para disfrute de los sádicos padres. Ante imágenes de tanta crueldad, el Tribunal, con el ánimo sobrecogido, dejó el juicio visto para sentencia.
(Relato presentado al concurso Relatos Abogados. Tema: abogados. Palabras obligatorias: agua, colegio, engaño, declarar y tortura).
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