Una enredadera tatuada, con hojas en forma de corazón, ascendía por sus piernas hasta desaparecer, bajo su falda, por encima de las rodillas. Iba con un joven musculoso y malencarado y les habría preguntado si la obra estaba terminada y qué fue del tatuador, pero me dio corte.
(Relato presentado al concurso YK Complementos. Frase obligada: por encima de las rodillas).
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