Acababan de cenar y, dadas las circunstancias, el marido, tímidamente y sin mucho convencimiento se aventuró a proponer:
–¿Y si dejamos la mesa como está y ya la recogemos mañana, que es sábado y no tenemos nada que hacer?
–¡De ninguna manera! En mi familia, no como en otras– contestó su esposa con retintín y arrastrando las últimas sílabas–, nunca se ha dejado algo por limpiar de un día para otro.
Mientras tanto, desde la ventana y encaramado a su escalera, un circunspecto bombero alternaba su mirada entre la discusión conyugal y las llamas que ya asomaban dos pisos más abajo.
(Relato finalista en el concurso de La Radio en Colectivo).
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