La tarea no se presentaba nada sencilla. Ya de regreso, después de mucho tiempo guerreando por Tierra Santa y de continuos trasiegos persiguiendo o huyendo de los infieles, tocaba ahora localizar, entre cientos de arcones y alforjas, la preciada llave garantía de su honra y honor. Y sin la certeza plena de que lograrían encontrarla después de tantísimos avatares. La joven dama, aburrida y resignada, extrajo con cierto desdén una horquilla de su peinado y, con una sola mano y mucha habilidad y destreza, la manipuló convenientemente para ofrecérsela a su caballero: ¿y si probáis, mi señor, con esta ganzúa?
(Relato finalista en Wonderland, de Radio4).
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