Al tipo actual de cotización, un par de cigarrillos apenas le alcanzaría a Marito para su trueque por un tapón de orujo casero de mandarina, un escrito de alegaciones al Juez de vigilancia penitenciaria, medio rollo de papel higiénico, un cucharón más de rancho o un beso en la boca de Rosa Cruz, el travesti de la segunda galería. Sin embargo, en el corrillo de los viernes en las letrinas del patio sur, Santos «dingaman» Gonçálves ofrecía en su mano izquierda un paquete entero de Ducados, mientras los dedos nerviosos de la derecha iban liberando los botones de su bragueta.
(Relato finalista en el concurso Wonderland, de Radio 4).
No hay comentarios:
Publicar un comentario