Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo, al tiempo que me encomendó exigirle lo que nos pertenecía. El arriero con el que llegué aseguró que hacía muchos años que había muerto. Visité el pequeño camposanto, detrás de la iglesia, sin hallar vestigio ninguno de su tumba.
Por el camino a Sayula, con el ánimo de liquidar deudas y quedar en paz, un viejito, con tan solo por equipaje una oscura lápida con su nombre grabado a cincel, marcha en busca de su hijo, un tal Juan Preciado.
(Relato presentado al concurso de Wonderland, con motivo de la festividad de Sant Jordi y en homenaje a Juan Rulfo. Cien palabras justas. Frase de inicio obligada: Vine a Coala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo.)
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