Siempre los viernes por la noche. Siempre seis, aunque en cada partida hay uno que debuta. No apostamos mucho, estamos entre amigos y familia, incluso a veces jugamos con garbanzos en vez de monedas. Lo que nos divierte es el propio juego, la incertidumbre de quién se librará, la angustia de pensar que puedes perder, con el castigo de no volver a jugar. Lo que aún no sé, después de tanto tiempo jugando, es por qué la llaman rusa si tanto la pistola como la munición son americanas.
(Relato publicado en el blog Esta Noche Te Cuento, en la convocatoria sobre el miedo y la ansiedad).
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