Era consciente de que abrirme camino en el jazz y en Nueva York no sería nada fácil, que además de habilidad y talento, neceSItaba mucho trabajo en LA SOLedad FAscinante de MI apartamento, REpitienDO notas en el saxo infinidad de veces. Así que empecé a practicar todos los días, desde bien temprano hasta casi el anochecer, a pesar del vecino de al lado, el señor Madison, un hombrecillo insignificante y melifluo, del que desconocía qué trabajo nocturno tendría, porque pretendía descansar justo cuando yo realizaba mis ejercicios musicales. Naturalmente, yo no estaba por distraer mi empeño e ignoré todas sus quejas y amenazas, que terminaron hace dos semanas cuando, furioso y enrabietado, decidió mudarse a otro piso más tranquilo. Mientras cargaba sus pertenencias en el camión de las mudanzas le dediqué desde mi ventana una esplendorosa peineta que le encolerizó aún más.
Hoy acudí a una prueba importante que podía significar el inicio de mi gran carrera en el mundo del jazz. Nada menos que en el Cotton Club. Tendría media hora para mostrar ante el gerente del local mis habilidades de saxofonista. Solo estuve un minuto, pero ya he descubierto la ocupación del señor Madison.
(Relato presentado a la ronda 3, dedicada a la música, del concurso monstruoscopio, del blog Esta Noche Te Cuento, con el seudónimo de Withney Houston).
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