jueves, 1 de noviembre de 2018

INVENTOS QUE CAMBIARON EL MUNDO

Me desperté más entumecida que de costumbre. Como pude me incorporé y frente al espejo me vi como la mismísima Estatua de la Libertad. Entonces entendí las palabras de mi amante de aquella noche, cuando me dijo que le gustaba mi carácter liberal pero que me encontraba fría como cobre en la ribera del Hudson. Menos mal que no había repetido con el de la noche anterior, que me decía que era la chica más guarra con la que había estado, porque en ese momento tendría pezuñas y rabo de sacacorchos. Recordé que, en el interior de la figura más pequeña de la matrioska que me regaló el ruso de la semana anterior, guardaba un prodigioso relajante muscular que podría devolverme flexibilidad y elasticidad. Abrir las cinco muñequitas con una antorcha en una mano y un libro en la otra forma parte de la invención del abrefácil, pero esa es otra historia.



(Relato presentado a la ronda 2, dedicada a la escultura, del concurso Monstruoscopio, del blog Esta Noche Te Cuento, con el seudónimo Withney Houston).

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