Elpidio empezó tres carreras, las mismas que nunca logró terminar. Así que, con treinta años, sin estudios ni aptitudes, aún no sabía a qué se dedicaría y cómo se ganaría la vida. Por resolver sus dudas, decidió acudir a una prestigiosa vidente con tal de que le anticipara su futuro. Puesta en trance, la pitonisa dijo ver con nitidez un doble y bronceado león como preámbulo de una vida plácida, sin estrecheces, plena de relaciones y, lo mejor, sin esfuerzos ni desvelos hasta el fin de sus días. Elpidio se quedó de piedra, complacido pero incapaz de interpretar las visiones de la médium tras devanarse la neuronas varios días. Después, se olvidó de la visita y las predicciones.
Volvió a recordarlas unos años más tarde, mientras se hacía la foto de familia con su grupo el día de la toma de posesión, en la puerta del Congreso de los Diputados.
(Relato presentado a la quedada de ENTC en León. Palabras obligadas: león y piedra)
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