Nunca le
ocultó a nadie, fuera real o imaginario, su sueño de llegar a volar. Tanto lo
deseó que un día percibió, con alegría, que el vello le mutaba a plumas, que la
nariz se endurecía y se curvaba hacia el suelo confundiéndose con la boca y que
las manos se encogían y tomaban la forma de garra.
Algo
le debió de salir mal al santo de los milagros porque a las pocas semanas las
piernas se habían transformado en ruedas.
Con todo, lo que peor llevaba es que en el pueblo le llamaran "el
ave cicleta".
(Con mis
disculpas por la inocentada).
¡Eres muy malo!, jajajajaj ... pero claro, sigo pensando lo mismo.
ResponderEliminar¡¡¡¡Felicísimo 2014!!!
Abrazos
Ha sido una licencia navideña.
EliminarMuy feliz año, Rosy.
Un beso.
Sin duda, una sonrisilla se ha escapado al leerlo. Y sinceramente, da mucho por pensar acerca de este microrelato, entorno a la falsedad de los sueños, y los deseos,... Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarObjetivo conseguido. Gracias por pasar y comentar.
EliminarSaludos.