Los comprimidos de Perolxin
eran justo para eso, pero ocasionaban alteraciones digestivas. Las cápsulas de
Barriguín las resolvían pero causaban somnolencia. Por eso tomaba las grajeas
de Espabilina que, por contra, producían arritmias que controlaba con las
píldoras de Compasona, que daban dolor de cabeza.
Descartó dejar la
medicación porque leyó que la Espabilina creaba dependencia y suprimir la dosis
podría producir un derrame cerebral irreversible.
Jajaj, Rafa, mejor no hubiera terminado la novela. Buen relato me gusta.
ResponderEliminarAbrazos
Sí, o que se hubiera leído las entretenidas instrucciones de seguridad en vuelo.
EliminarSaludos Manuel.
Los efectos secundarios... dios qué miedo.
ResponderEliminarBuen micro, divertido.
Un abrazo
Rosy
A veces son peores los secundarios que los primarios.
EliminarGracias Rosy.
Un beso.
Sí, en algunos casos, las consecuencias pueden llegar a ser peores que la dolencia principal. Me ha gustado mucho este micro circular, cuyos efectos secundarios son la sonrisa y la risa. Saludos
ResponderEliminarCon la sonrisa objetivo cumplido; si además hay risa, pues ampliamente superado.
EliminarGracias Juana.
Un abrazo.
Esto de los medicamentos es un coñazo tiene tantos efectos secundarios que te da la gana no tomar nunca nada. Hace unos días estuve en la farmacia y un señor mayor pidió 18 cajas de medicamentos. Te lo imaginas 8 píldoras para desayunar y otros 10 para almorzar, vaya vida. Un relato es muy gracioso, me ha gustado. Un fuerte abrazo, Sotirios.
ResponderEliminarAmigo Sotirios, de haber sabido que venías habría sacado la alfombra roja. Eso de los medicamentos es una trampa, que puede llegar a ser mortal.
EliminarUn abrazo.