NUNCA ES TARDE
«Cariño, tenemos que hablar». Así empezó Carmen las cinco horas de reproches a su marido. También alguna confesión, anécdotas y cotilleos. Mientras, Mario, en medio del escenario, ni siquiera abrió la boca.
CONDESCENDENCIA
Cariño, tenemos que hablar. Esta vez, tú también.
NECESITAS MEJORAR
Cariño, tenemos que hablar; ya son cinco años de convivencia y, si no lo tratamos, la situación se va a seguir deteriorando. De acuerdo con que tú eres quien aporta el sustento, pero podrías ser más considerado con mi trabajo. No dejar restos de comida por aquí y por allá, mantener recogidos los utensilios, regar de vez en cuando las plantas… Sabes que ya no doy abasto para mantener limpios y ordenados nuestros cuarenta metros de isla.
DILEMA
Cariño, tenemos que hablar, tengo que confesarte algo: ya no me atraes como antes, y estoy enamorada de mi jefe. Él es atento conmigo, tiene dotes de mando, seguridad, decisión, todo lo contrario que tú, que no sabes hacer nada por ti solo, siempre tengo que intervenir yo en todo. Aún no hemos intimado pero quiero que sepas que si se me insinua no sabré resistirme –me dice nada más llegar a casa. ¿Y qué hago yo ahora? ¿La despido como mi secretaria o le propongo relaciones extramatrimoniales?
INDICIOS
Cariño, tenemos que hablar. Hace tiempo que te noto esquivo; ya no me das mordisquitos en la oreja ni me haces arrumacos ni buscas mi calor en la cama. Empiezo a sospechar que tienes otra. Mírame a los ojos y dime la verdad. El dogo, circunspecto, miró hacia otro lado.
FRIGIDEZ
«Cariño, tenemos que hablar», le susurra al oído al tiempo que le mordisquea el lóbulo con todo el cariño acumulado en una semana sin verse. Ella no corresponde a sus muestras de amor y adopta una actitud pasiva. Pero don Casto no es hombre que desista con facilidad, le besa el cuello y acaricia sus exuberantes pechos. Vanesa permanece inmutable. Él lame sus labios mientras le toca con suavidad las nalgas esperando un improbable gesto de lascivia. Tampoco reacciona entonces la chica. Es al tantear su muslo derecho, cuando don Casto se topa con el pitorro de inflado y su libido empieza a desvanecerse.
LÍNEA 900
–Cariño, tenemos que hablar.
–¿De qué?
–Bueno, has llamado a una línea erótica.
CAPACIDAD DEDUCTIVA
«Cariño, tenemos que hablar» le dijo una voz melosa por el auricular. Supo al instante que no pertenecía ni a su esposa ni a su amante, así que solo podía tratarse de una comercial de Pelmaphone.
RESILIENCIA
Cariño, tenemos que hablar. Su gesto serio me hizo temer lo peor. En un primer momento pensé en negarlo todo, pero pronto me di cuenta de que podría ser peor. Si disponía de información suficiente quedaría, además, como un cínico. Quizá lo mejor fuera admitir sus justificados reproches, mostrar mi arrepentimiento y pedir perdón, o decir que todo había sido una terrible confusión. Fue cuando me dijo que no era digna de mí porque había soñado con George Clooney cuando me vine arriba, le dije lo muy decepcionado que me sentía y puse fin a nuestra relación.
(Relatos presentados al concurso Relatos en Cadena, de la SER. Frase de inicio obligada: Cariño, tenemos que hablar).
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