–Tranquilo, no te impacientes, aún tengo que conocer a tu padre, que empecemos a salir, que se declare, que estemos de acuerdo en la casa, los muebles y las cortinas, que nos casemos y que decidamos tenerte– le dijo al bebé, ansioso por agarrarse al pezón para succionar su alimento.
(Relato finalista en el blog Cincuenta Palabras).
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