Otra vez ha ocurrido. Con su voz seductora ha vuelto a invitarme a pecar y no he encontrado fuerzas ni deseos para rehusar. Hemos transgredido sin recato el sexto mandamiento. Después, de nuevo, arrepentimiento y urgencia por lograr el perdón. Pero al volver al confesionario, otra vez esa invitación irrechazable.
(Relato presentado al concurso del blog Cincuenta Palabras).
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