Decidimos regresar a Roma. La centuria de Cayo Livio ya había cedido, el ejército enemigo nos superaba en número, tenía el viento a favor y nuestros legionarios de vanguardia se habían declarado en huelga de escudos caídos. Además, si apretábamos el paso aún podríamos llegar al Coliseo, donde esa tarde se clausuraba la semana de festejos en honor a Marte, con la intervención de Espartaco contra tres gladiadores nubios, y a continuación con la comida de los leones, que ese día tenían de menú a un grupo de Adventistas. Del Séptimo Día, claro.
(Relato publicado en el blog Esta Noche Te Cuento).
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