Por segunda vez consecutiva, los del primer turno nos habían dejado sin cruasanes ni ensaimadas en el bufé del desayuno. Seguro que se los llevaban a escondidas para hacerse un tentempié a media mañana. Como habríamos querido hacer nosotros. Sabíamos que eran los pensionistas del grupo azul. Los que tanto alborotaban durante las visitas culturales; aunque eso mismo decían ellos de nuestro grupo.
El que peor se lo tomó fue Genaro, el jubilado de la fábrica de automoción. Tratamos de calmarle y de que desistiera de presentar una queja porque solo serviría para que le subiera más la tensión. Salió fuera a dar una vuelta a ver si se le pasaba el cabreo. Le vimos hablando con los conductores y curioseando en los motores. Entendimos que, después de cuarenta años entre válvulas, bujías y pistones, cierta querencia siempre quedaba. Dos horas más tarde recuperamos nuestro desayuno, entre los restos del autobús azul.
(Relato presentado al concurso del blog Esta Noche Te Cuento. Tema: Azul).
Me cachis que mala uva se gastan los jubilados. Mucha suerte Rafa.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Un pelín intransigentes sí que son.
EliminarGracias, Nani.
Muchos besicos.