Nuestros nombres eran los meses del año. El séptimo detestaba el suyo, tan poco original.
EVIDENCIAS
Nuestros nombres eran los meses del año. Al principio pensamos que había sido cosa de papá y mamá, pero luego, con el tiempo, nos dimos cuenta de que el causante no podía haber sido otro que nuestro tío Gregorio. Él determinó la planificación familiar y, personalmente, se ocupó de bautizarnos a todos, que para eso era Papa. Entretanto, ultimaba el calendario.
DOCE DE DIVISOR
Nuestros nombres eran los meses del año. Resultaba útil para ciertas cosas. Por ejemplo, las tareas de casa se repartían por trimestres: el primero la limpieza, el segundo la cocina, el tercero la compra y el cuarto el taller. Cuando hacíamos un partido de voley, dividíamos los equipos por semestres y cuando jugábamos al fútbol contra otra familia, el del mes del partido descansaba. Lo malo eran los turnos mensuales para cuidar de noche a la abuela. Solo Febrero se mostraba conforme.
ORDINALES Y ORDINARIOS
Nuestros nombres eran los meses del año. Pero don Servando, el profesor de matemáticas, nos llamaba por el numeral. Salvo a Mayo, que le nombraba por el ordinal por evitar, cada vez, el coro de voces haciendo la rima canalla del famoso pareado.
DUDAS
Nuestros nombres eran los meses del año, y desde que empezó este han ido falleciendo uno a uno todos mis hermanos. Cada mes uno y cada uno en el suyo. Hoy, 31 de diciembre, no sé si, para la fiesta de Año Nuevo, ponerme el esmoquin o la mortaja.
(Relatos presentados al concurso Relatos en Cadena, de la SER. Frase de inicio obigada: nuestros nombres eran los meses del año).