viernes, 30 de octubre de 2015

PUNTUALIDAD

   
     Nunca había llegado tarde a una cita. Pero hoy iba apurado. Faltaban diez segundos para el encuentro y aún tenía que bajar dieciocho pisos hasta la entrada del edificio. Salió apresurado y tardó menos de seis segundos, pero llegó puntual. El impacto salpicó de rojo los zapatos de la chica.




(Relato presentado al concurso del blog Cincuenta Palabras del mes de Septiembre).




martes, 27 de octubre de 2015

PREMIOS NOBEL

    Le concedieron el Nobel por el descubrimiento de la Cuarta Galaxia, pero no le dio tiempo de volver para recogerlo.







(Relato finalista en el concurso Cuenta 140 de El Cultural. Tema: Premios Nobel).

Estas fueron otras de mis propuestas:


Si no era de la Academia Sueca, por lo del libro, lo más probable es que la llamada fuera del Sálvame de luxe.

*****

El profesor Phelman recibió el Nobel por el descubrimiento de la células Colbert. Su colega Colbert agarró un cabreo monumental.


*****


—¿El Nobel de Literatura, dice? Bueno, gracias, pero yo quería el Cervantes.

*****

Le llamaron para comunicarle la concesión del Nobel y, receloso, les preguntó si tenía que comprar algo.

viernes, 23 de octubre de 2015

PUDO SER PEOR




   Tuvo la mala suerte de que su anillo de compromiso quedó enganchado en un saliente de la fresadora que le rebanó de cuajo el dedo. Le llevaron corriendo, junto al miembro amputado, al hospital más cercano, pero el cirujano de guardia diagnosticó que, debido a la necrosis, resultaba imposible su reposición. Los compañeros llamaron entonces a la esposa para comunicarle la desgracia. Ella, muy preocupada, se interesó por el apéndice exacto que había perdido su marido. Al ser informada de que se trataba del dedo anular de la mano derecha, suspiró aliviada, al menos no era precisamente el más habilidoso.





(Relato finalista en el concurso de Wonderland, de Radio 4).

martes, 20 de octubre de 2015

PARECIDOS A PUSHKIN

NUEVOS TIEMPOS

    Un señor con levita que se parece a Pushkin le coloca el fajín granate de Capitán General. Él mismo se coloca la corona de monarca, reservada para los grandes acontecimientos y, tras los toques de ordenanza, sale al balcón de palacio. Ante el silencio expectante de la concurrencia, pronuncia las esperadas palabras: ¡¡Viva la República!!


VUELVA USTED MAÑANA

     Un señor con levita que se parece a Pushkin, o quizás a Larra, me sigue a todas partes desde hace varios días. Porta un maletín que debe contener sus poemas, cuentos o novelas. Sin duda sabe que soy editor y quiere, como tantos otros, una oportunidad para publicar. Por una vez me apiado; le hago una señal condescendiente para que se acerque y le digo que me muestre algo de lo que lleva. Con cara de sorpresa y alegría, se descubre de su jocosa chistera y, nervioso y esperanzado, abre el portafolios y me enseña seis facturas pendientes de Pelmaphone.


GENTE DE RAZA

     Un señor con levita que se parece a Pushkin, el rottweiler del catedrático, es el nuevo Director de Personal. Curiosamente, el presidente del Comité de Empresa, que viste pajarita, tiene todos los rasgos de un bulldog, así que no es difícil barruntar que la negociación del próximo convenio va a ser a cara de perro.





(Relatos presentados al concurso Relatos en Cadena, de la SER. Frase de inicio obligada: Un señor con levita que se parece a Pushkin).

viernes, 16 de octubre de 2015

TARJETAS DE CRÉDITO

     
     Me dio dos meses de vida y le pagué con la tarjeta. Con treinta cuotas mensuales por delante, tuve la sensación de haber prolongado mi vida.





(Relato finalista en el concurso Cuenta 140 de El Cultural. Tema: Tarjetas de Crédito).


También presenté estos:



   Meses después del suicidio, seguía pagando las cuotas por la compra de la pistola.

*************


     Cuando le dijeron que también podía pagar con ella, descubrió un nuevo uso para la separadora de rayas.

*************

lunes, 12 de octubre de 2015

CAMBIOS DE BOMBÍN

CONTRARIEDAD EN EL CONVENTO

   ¿¡Y cómo es que nunca cambiaron el bombín de los cinturones de las novicias después de seis embarazos!? ¿No resultaba sospechoso un espíritu santo tan reincidente?


SALA DE MONTAJES
   ¿¡Y cómo es que nunca cambiaron el bombín por una corona!? Mucha superproducción pero me temo que este Enrique VIII no va a resultar muy convincente.


CARADURAS

   ¿¡Y cómo es que nunca cambiaron el bombín de la puerta de entrada!? Los anteriores inquilinos se presentan cuando quieren. A menudo con sus familias o amigos. Vacían la nevera, fisgonean en los despachos, se beben el güisqui y se llevan los puros. Interrumpen en las visitas, ponen el volumen de la tele muy alto, alborotan en los jardines y se orinan en el jacuzzi. Y lo peor es que pretenden, también, aparecer en las fotos. No, ya no es lo que era el Palacio de la Moncloa.





(Relatos presentados al concurso Relatos en Cadena, de la SER. Frase de inicio obligada: Y cómo es que nunca cambiaron el bombín).

viernes, 9 de octubre de 2015

AMIGOS DE INFANCIA

     Lo miro con ternura pensando que debe ser de mi edad o quizás mayor, porque lo recuerdo desde bien pequeño compartiendo juegos. Mis amigos me tenían envidia, pues ninguno podía presumir, como yo, de tener un caballo, y se disputaban el favor de que les permitiera montarlo un rato. Ahora, cuando ya siento el peso del tiempo en mi pelo, en mi piel, en la vista y, sobre todo, en las articulaciones, sigo encontrando a «Trueno» casi igual, con sus ojos saltones, sus crines onduladas al viento, su orgullosa cola enhiesta y sus patas unidas por la tabla roja curvada.





(Relato finalista en el concurso Wonderlanda de Radio4).

martes, 6 de octubre de 2015

OJOS PUÑETEROS


TESTIGOS INCÓMODOS

   El puñetero ojo de la cerradura lo había visto todo; y el imperturbable sillón orejero lo había escuchado. Demasiado riesgo, tendría que eliminarlos a los dos. Y deprisa, porque iba llegando la medianoche, el cuco saldría pronto y tampoco se trataba de montar una masacre.


MUROS INFRANQUEABLES

   El puñetero ojo de la cerradura fue el primero en solicitarlo. Esgrimió razones humanitarias, pero resultó inútil. Le siguió a continuación el travieso ojo del huracán, apelando a supuestos agravios comparativos; vano intento, también fue desestimado. Por último, probó a reclamarlo el puntilloso ojo de la aguja, con argumentos económicos. Idéntico fracaso. La imperturbable funcionaria, sin alterar tono ni volumen de voz, y con irónica sonrisa, les trasladó a cada uno la misma respuesta: la Seguridad Social no cubre las recetas de colirios ni de suero fisiológico.


PASIÓN POR LO BELLO

   El puñetero ojo de la cerradura barroca del siglo XVII, con incrustaciones de ópalo iridiscentes en un marco de pan de oro, ejercía tal atracción sobre los estudiantes de Arte Contemporáneo, que su bella profesora, que se cambiaba de ropa al otro lado, nunca lo hubiera podido imaginar.


COMITÉ CAZADO

     El puñetero ojo de la cerradura amaneció obturado de silicona, sin duda obra de algún piquete tempranero y despistado. No parecía oportuno hacer trabajar a un cerrajero precisamente ese día, así que tuvimos que ir a las oficinas de la patronal para hacer el seguimiento de la jornada de huelga.






(Relatos presentados al concurso Relatos en Cadena de la SER. Frase de inicio obligada: El puñetero ojo de la cerradura).




viernes, 2 de octubre de 2015

LA MADAME

     Carmeliña llegó a la posguerra sin familia, ni techo, ni trabajo, pero con diecinueve años y un cuerpo en el que Doña Patro descubrió cualidades para ejercer en su casa -de «modistilla», para curiosos indiscretos-. A partir de entonces pasó a ser La Carmela.


   Sabía complacer a los clientes y recordaba sus gustos para dispensarles, la siguiente vez, un trato personalizado que cautivara su fidelidad comercial.

     Cuando la edad empezó a matizarle encantos y reducir ingresos, compró un caserón en el Barrio de Salamanca y se convirtió en Doña Carmen. Llegó a tener una veintena de pupilas y por sus alcobas pasó lo mejor de la época: autoridades, banqueros, aristócratas, militares, clérigos... Duro a duro, fue reuniendo un importante capital de incierto destino. 

   Se entristecía Doña Carmen pensando que, cuando falleciera, nadie visitara su tumba y dedicó su fortuna a la construcción de un atractivo mausoleo en el que reposaran sus restos. 

    En sus enormes muros de mármol negro, hizo grabar a cincel los nombres de todos los clientes que, bien La Carmela, bien Doña Carmen, atendieron en vida. 

  En la lápida, tras el nombre, destaca su lema de siempre: «Memoria y discreción hasta la muerte». 

   Y nunca faltan visitas.




(Relato presentado al concurso de Esta Noche Te Cuento; tema: Epitafios).